Antahkarana es la luz que une a una Mónada con el alma y ésta a su vez con el cuerpo mental. Mejor dicho, el Antahkarana es el vehículo o conducto sutil por el cual, esa «luz cósmica» es conducida desde los planos Divino y Monádico a los planos Mental y Etérico. Pero… ¿Porqué no dejar que Helena Petrovna explique esto…? Así pues, veamos lo que nos dice La Doctrina Secreta:

<< Antahkarana es el nombre de aquel puente ideal, aquella línea interpuesta entre el ego divino y el humano, que si bien son dos egos durante la vida terrena, se funden en un ego en el devakán o en el nirvana. Esto parece difícil de comprender, pero resulta fácil con ayuda de un familiar e infantil ejemplo.

Comparemos al hombre con una brillante lámpara que desde el centro de una estancia proyecta su luz sobre la pared. La lámpara es el ego divino; la luz reflejada es el manas inferior; y la pared, sobre que se refleja, el cuerpo físico. La porción de atmósfera que transmite, el rayo de la lámpara a la pared, será el Antahkarana.

Supongamos, por otra parte, que la luz así proyectada posea razón e inteligencia con la facultad de disipar, además, cuantas sombras siniestras crucen por la pared y de atraer hacia sí, en indelebles impresiones, toda la brillantez. Ahora bien; el ego humano puede disipar las sombras o pecados, multiplicar las brillanteces o buenas obras que causan aquellas impresiones;

y asegurar así por medio del Antahkarana su permanente relación, y su definitiva reunión, con el ego divino. Recordemos que esto no puede ocurrir mientras retenga la más tenue mancha terrena;

al paso que tampoco es posible quebrantar enteramente la relación, ni impedir la reunión definitiva mientras haya una sola obra espiritual o potencialidad que pueda servir de nexo; pero en cuanto se extingue esta última chispa y se desvanece la postrera potencialidad, sobreviene la separación:

En una parábola oriental el ego divino es simbolizado por el labrador que envía a sus braceros a cultivar la tierra y cosechar el fruto, y que se contenta con conservar el campo en tanto pueda ofrecerle la más mínima remuneración; pero si el terreno se esteriliza del todo, no sólo queda abandonado, sino que el bracero mismo

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